lunes, 29 de julio de 2013

SEDUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA OCHENTERA: A UN MUNDO DE DISTANCIA

   De los ochenta para acá, los mecanismos de seducción tipificados por el celuloide han evolucionado de forma notoria, ni necesariamente para mejor, ni necesariamente para peor.

   El caso es que me gustaría poner el foco de atención sobre algunas frases que, en el cine de los ochenta, prácticamente aseguraban la consumación coital del proceso de ligoteo:

   «Vengo del futuro» Kyle Reese en Terminator

 Y sin traer detergente, así fue como el amigo Kyle se llevó al huerto a Sarah Connor para concebir al líder de la resistencia del futuro.


   «Nací en 1518» Connor MacLeod en Los inmortales.

   Y sin más explicaciones, Brenda Wyatt cayó en los brazos del escocés imperecedero.


   «No soy de este planeta» Starman en la película homónima.

   Aquí hay un poco de trampa, porque el amigo alienígena juega con la ventaja de haber tomado la apariencia del difunto marido de Jenny Hayden; sin embargo, bajo esta cuestión subyace la convergencia de dos factores muy jodidos bastante controvertidos como son la exobiofilia y la necrofilia.

* * * *

   Como se puede observar, en los ochenta, una procedencia insólita te aseguraba un puesto como rompebragas de primera si protagonizabas algún filme. Por eso Marty McFly nunca le confesó a su madre de dónde cuándo venía.

   A día de hoy, la analogía más próxima, aún encontrándose a años luz de estos insuperables aforismos de seducción, sería algo como: «Soy [insertar aquí el monstruo de moda; véase vampiro/hombre lobo/etc]», pero esto solo te asegura, como mucho, el cuelgue de alguna adolescente de impostada tendencia depresiva; y en realidad lo más probable es que el ayuntamiento carnal no se produzca hasta dentro de un par de secuelas (de la película). Y a lo mejor ni siquiera se produce nunca, ¿eh? Taylor Lautner, ¿¡EH!?

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