jueves, 21 de noviembre de 2013

LOS POSTERGADOS II: LA ISLA DE LAS CABEZAS CORTADAS

¿Recordáis cuando expresé que me gustaría que «Los postergados» se convirtiese en un espacio periódico del blog? Yo tampoco, pero es cierto que lo escribí en la primera entrega de esta «sección», hace ya más de medio año.

La cuestión es que por alguna razón, muy probablemente tener una excusa para reanimar este lapso moribundo en el que se estaba sumiendo el blog, he caído en cuál es la candidata idónea para protagonizar esta segunda entrega, y la fulgurante escogida no es otra que La isla de las cabezas cortadas (Cutthroat Island, Renny Harlin, 1995)

Por alguna coincidencia cósmica, el filme comparte con Waterworld, de la que hablé en la primera entrega, además de la ambientación acuática, el año de estreno. Quién sabe, tal vez me plantee la posibilidad de que esta sección solo hable de películas de 1995, quizá la fecha que supuso el principio del cambio en las tendencias del cine palomitero. 

Y sin más preámbulos, ahí van las 5 razones por las que La isla de las cabezas cortadas mola:

1-Piratas
Con todo lo que ello conlleva y adelantándose casi casi una década a la primera entrega de Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, Gore Verbinski, 2003). A excepción del elemento fantástico, todos los pasajes emocionantes que podáis encontrar en las correrías de Jack Sparrow ―persecuciones, abordajes, batallas navales―, ya fueron llevadas a cabo por Morgan Adams (Geena Davis) y William Shaw (Matthew Modine).
2-Geena Davis
Por que hubo un tiempo en que molaba. Ojo, que ahora sigue molando, pero ya desde un nuevo plano como damisela ajada ―véase entrada «Galanes ajados I: toma de contacto»―. 

3-Mono
Las cosas como son: un mono haciendo monerías siempre hace que cualquier obra gane enteros. ¿Ese mono cabroncete que sale en Piratas del Caribe? Pues este es igual ―taxonómicamente hablando―, pero en versión maja. No tengo ningún dato al respecto, pero sería curioso que se tratase del mismo mono amaestrado o mantuviesen algún tipo de parentesco. No lo voy a investigar; prefiero vivir pensando que tal posibilidad existe antes que arriesgarme a confirmar que no es así.

4-Renny Harlin
Sí señores, sin duda el rey del blockbuster de serie B. Desde la cuarta entrega de Pesadilla en Elm Street (A Nightmare on Elm Street IV: The Dream Master, 1988), pasando por la secuela de La jungla (Die Hard 2: Die Harder), y coronando su carrera con la que sigue siendo, en mi humilde opinión, la magnum opus de Stallone, Máximo riesgo (Cliffhanger, 1993); este finlandés aficando en Hollywood es el padre de toda una ristra de ―inmerecidos― fracasos cinematográficos, ya sea de crítica, de público, o de ambas cosas. Dicho todo esto, parece que este punto casi sea un argumento en contra de la película. Pero no lo es. Joder, que este hombre hizo Memoria Letal (The Long Kiss Goodnight, 1996) con Geena Davis cuando esta aún estaba en sus últimos años de molar per se ―véase el punto 2 de esta lista de razones―.

5-Explosiones
Argumento recurrente este. Y es que este filme despliega toda una gama de explosiones «de época»: cañonazos, detonaciones, pistoletazos y pólvora, en general mucha pólvora. No sé a vosotros, pero a mí esto es que me pierde. Tal vez me lo debiera mirar; igual sufro el «síndrome de Michael Bay».



Y aparte de todo esto, está el hecho de que es una película de aventuras entretenida y emocionante, lo cual ya es de por sí de agradecer y valorar, ¿o no?


Ale, alborocen libres y felices y sacúdanse un poco a ese hater que todos llevamos dentro.